seria básicamente el mismo que para el de ida, pero los penitentes encontrados en el camino nos hizo desistir de esa idea, escogimos bajar hasta el fondo de la quebrada y continuar hasta encontrar la carretera a Chivay, seguimos un camino de herradura hasta llegar a una casa con una considerable cantidad de llamas y alpacas, entendimos que era un camino habitualmente usado por los dueños de esos terrenos, continuamos el descenso por el camino, pero los continuos bofedales nos hacían perderlo, esto se acentuaría más tarde ya que al cogernos la noche los bofedales hicieron que perdiéramos definitivamente el camino de bajada, caminando intuitivamente entre ichus y bofedales por más de 1 hora, hasta que de pronto unos ladridos nos hicieron pensar que ya estábamos cerca de la carretera, y con la ilusión de volver a retomar el camino, pero este cuadrúpedo ser nos hizo más complicada la bajada, ya que vino a nuestro encuentro de una manera no muy amistosa, desviándonos hacia la izquierda de la quebrada y aun mas de la ruta correcta, terminando al final de una quebrada con un futuro nada prometedor, evaluamos la situación y decidimos subir nuevamente a una lomada al lado derecho de la quebra

da para tener una mejor visión, cruzamos el riachuelo y empezamos a subir entre arbustos, cactus y una que otra espina, alcanzamos la parte alta de la lomada, y pudimos divisar en la ladera derecha del cerro, al otro lado de otro riachuelo un perfil parecido a un canal de regadío, los canales de regadío de esta zona siempre terminan en algún centro poblado y en su mayoría tienen caminos claramente marcados a su lado, así que decidimos ir a su encuentro, después de una media hora en dirección hacia el canal y por suerte varios metros por debajo encontra-mos un camino claramente marcado, a estas horas (9:00 p.m.), la luna llena nos alumbraba favorablemente el camino, nuestra ilusión de alcanzar la carretera aun seguía intacta ya que podíamos observar muy cerca las luces de los carros que bajaban a Chivay, conforme pasaba el tiempo esta ilusión se disolvía ya que seguíamos descendiendo y el altímetro indica-ba una altura similar a la de Chivay, una pregunta rondaba  y martirizaba nuestras mentes ¿Llegaríamos a pie hasta Chivay?, no queríamos aceptarlo ya que llevábamos más de 13 horas caminando, el hambre y el cansancio estaban ya haciendo presa de nosotros desde hacía varias horas, en algún momento la i-

dea de vivaquear pasó por nuestras mentes, pero mantuvimos tenaz mente nuestras intenciones de llegar a buen puerto “lo antes posible”, y continuamos nuestra marcha por el amplio sendero, junto con el nuevo día alcanzamos la ansiada carretera, la pregunta había sido respondida, estábamos a tan solo 30 minutos de Chivay, estos 30 minutos se hicieron eternos, el asfalto de la carretera nos seguía acompañando, cruzamos el arco de bienvenida, y cuadras después estábamos en la plaza de Chivay (3685 msnm), a esta hora, todos los restaurantes estaban cerrados, compramos una Coca-Cola, encontramos un café al costado de

de la iglesia y nuestro alimento serio después de 16 horas sería un jugo surtido y una torta, mientras nos preparaban el ansiado jugo, compramos los pasajes hacia Arequipa, asientos 49 y 50 (peor es nada), hora de salida 01:00 a.m., regresamos a la plaza a tomar el jugo y de allí al bus, el cansancio hizo lo suyo y a dormir, 3 horas después estábamos llegando a Arequipa, taxi y a la casa, 22 horas desde Arequipa nos tomó hacer este bello itinerario, ahora a disfrutar de los recuerdos y experiencias compartidas.

Por: Rosemary Rivera y Juan Carlos Velarde.